Los autores del Grupo Bojador se conocieron en La Escuela de Escritura del Ateneu de Barcelona, hace muchos años y decidieron unir sus dotes narrativas para varios proyectos; una trilogía: Mejor no te cuento, Fobos tiene la culpa y Por qué dijo amor cuando quería decir filia. La cuarta obra de relatos se titula Seis pecados capitales y ahora acaban de publicar Mares. Matilde Gordero firma el hermoso poema del prólogo y Jordi Isern es autor del cuadro de la portada.
María Eugenia, sé de buena tinta que a pesar de que tu historia Coger Olas es fruto de la imaginación, hay un trasfondo muy personal. ¿Nos lo puedes revelar?
La elección del Cantábrico como mar protagonista de mi relato fue un pequeño homenaje a mi marido, que falleció hace cuatro años. Como buen bilbaino, en nuestro primer viaje juntos al País Vasco me mostró orgulloso su tierra, su gastronomía, su mar bravo y disfrutamos de unos días en Donosti, Zarauz etc., que aunque no era exactamente su patria chica, le gustaba presumir de la belleza de esa ciudad. En el Monte Igueldo y en la playa de La Concha, marcos de mi historia, pasamos buenos momentos.
El mar impone. No hay duda. Hoy en día nos puede resultar extraño que alguien no lo haya visto nunca y, sin embargo, hay millones de personas que jamás han tocado una ola. ¿Cómo te imaginaste ese primer encuentro con el mar?
A pesar de que yo nací en el Mediterráneo, como dice Serrat, y por tanto conocía el mar, es verdad que el Cantábrico me ofreció una bravura y unas mareas desconocidas para mí y las intento plasmar como nuevos descubrimientos para Susana, nuestra protagonista. Y también descubrí algunas costumbres propias del norte, como por ejemplo los paseos de ida y vuelta a lo largo de las playas sobre una arena dura que la marea ha dejado atrás. Este movimiento continuado de personas me sorprendió y
el rastro de sus pisadas en la arena me pareció fascinante, un enigma de la huella de cada uno
y también intento reflejarlo en mi escrito.
Miguel Àngel, gracias a tu relato La latitud de los caballos sabemos un poco más sobre lo que se cocía en los buques que navegaban hacia América en el siglo XVI Por ejemplo: cuando en las largas travesías escaseaba el agua para los marineros, se deshacían de los animales que llevaban para vender. Tiraban los caballos por la borda. ¿Cómo y cuánto tiempo necesitas para documentarte para cada uno de tus relatos?
Aunque mi relato va sobre la demencia de un enfermo, también ahí afloró mi pasión por la historia, tan presente en mis escritos. El mar de los Sargazos, obsesión de mi protagonista, iba a ser el título en el que se coló esa visión de los caballos arrojados al mar. Ocurría cuando se acababan las reservas de agua en las travesías atlánticas de las naves españolas hacia el Nuevo Mundo. Vaya imagen, ¿no?
Alguien muy cercano a mí me dijo que yo escribía para documentarme.
Creo que es cierto. Disfruto tanto de la investigación como de la escritura. Documentándome sobre el mar de los sargazos llegué al libro de El Jilguero de Donna Tart una auténtica joya de la literatura contemporánea americana, muy poco conocida aquí. ¿Mis porcentajes? Tres partes iguales para la documentación, lectura general y escritura. Y hay que documentarse para todo, no solo cuando escribimos de tiempos pasados.
¿Por qué la tragedia de un enfermo hospitalizado?
El cine es otra de mis pasiones. La película The father, protagonizada por Anthony Hopkins y Olivia Colman, me impactó. La realidad, o mejor, las realidades vistas por un hombre que va perdiendo el juicio. El espectador no sabe que es lo imaginario y que es lo real. Es lo que trato de conseguir yo en mi relato.
Jordi, tu relato Egeo se centra en un crucero por la parte del mar mediterráneo comprendida entre Grecia y Turquía. ¿Escogiste el mar Egeo por algún motivo en concreto?
Escogí el Egeo porque es un mar con mucha historia (no en vano nuestra civilización occidental se inició allí) y que permite muchas narraciones. También porque tenía claro que quería situar mi relato en un universo cerrado como puede ser un crucero donde las personas casi están obligadas a interactuar entre ellas. No son ciertos los rumores que corren acerca que este relato está subvencionado por el ministerio de turismo griego.
La pareja protagonista navega entre un amor desgastado que están a punto de perder. ¿el amor tiene fecha de caducidad?
El amor, en cuanto pasión inicial, si tiene caducidad.
La novedad se convierte en costumbre y lo acaba desgastando. Pero ese amor se puede mantener si sabe adaptarse y reconvertirse para trabajar las complicidades y los intereses comunes; siempre que existan, claro.
Ángel, tu título es bien curioso. Cuando el tema es el mar, tú lo encabezas como Fuego. Un contraste muy hábil. Por experiencia sé que hallar un buen título a veces puede resultar una búsqueda ardua. ¿Cómo se da con él?
No creo que uno dé con “el título”.
Los relatos pueden titularse de millones de maneras, tantas cuanto la imaginación y el ingenio lo permitan. Los lectores juzgan a su vez de diferentes maneras: mediante consideraciones estéticas, racionales, o incluso hasta terapéuticas (desafortunadamente). Dentro de esta masa posible de títulos, están los que ofrecen mayor o menor información del tema o de la trama; están los que se quedan con un aspecto de aquello que se narra sin aportar ningún tipo de información; están los que resumen con eficacia; están los que revelan un sentido durante la lectura… para obtener una respuesta provechosa al respecto, mejor habría que visitar la bibliografía respecto a la teoría de la literatura. Por mi parte, en el caso de Fuego, solo busqué un efecto de contraste entre un elemento que se presenta de forma abundante en la historia (el agua), contraste que se manifiesta a través de las pasiones de los personajes y que se sublima sobre el final. Una ocurrencia de lo más simple, a mi entender.
Tu relato parece un cuento de piratas. Pero nada de eso, el erotismo aflora en cada escena y ya impacta en la primera frase: «El clítoris palpitó enrojecido en un espasmo que detuvo la rotación de la Tierra durante una milésima de segundo.» ¿Diversión o mensaje encriptado?
Más bien es una hipérbole. En este caso pensada para construir unas características particulares de la pareja que puebla ese párrafo. Y ahora que lo pienso, si en realidad fuera así, el planeta no giraría nunca.
Marimén, tu relato lleva a engaño. Tu historia no va de un verdadero mar. ¿Cómo se te ocurrió la historia de El mar del Canos?
A mí me había tocado el mar Mediterráneo, pero a pesar de mi cercanía a él, no daba con una historia que me sedujera. Un atardecer paseando por los campos de la Segarra, me acordé de lo que decían los lugareños: cuando sopla la marinada, los campos se convierten en mar. El viento mueve el trigo y logra un efecto visual que recuerda a las olas. Allí se me ocurrió hablar de un mar que no lo es.
Tu protagonista es una niña ciega que pide a sus padres que la lleven a tocar el mar. Un deseo que hace un siglo no era fácil de conceder. ¿Por qué te centras de nuevo, como en tu primera novela, en una persona con discapacidad?
Soy hija de padre sordo y madre sorda. Soy una Coda. Supongo que por este motivo estoy mucho más concienciada con las personas con discapacidad.
Mi protagonista es una niña ciega que anhela "ver" el mar y de su deseo trágicamente concedido nace una fuerza de superación brutal.
Es otro homenaje a las personas que deben superar barreras.
Si quieres leer la entrevista a María Eugenia Oliver:
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