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Entrevista a víctor del Árbol






Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) fue Mosso d'Esquadra de 1992 a 2012, estudió historia en la Universidad de Barcelona y colaboró como locutor y escritor de contenidos en Catalunya Sense Barreres (Radio Estel, Once). Es crítico literario y profesor de talleres de escritura.

Sus novelas, El peso de los muertos (Premio Tiflos 2006), El abismo de los sueños (finalista del XIII Premio Fernando Lara 2008), La tristeza del samurai (Premio del Polar Europeo 2012), traducido a más de veinte idiomas, y superventas en Francia y Estados Unidos. Respirar por la herida (finalista en el Festival de Cine Beaune Noir 2014 a la mejor novela extranjera, traducida en Estados Unidos por Other Press, elegida mejor novela por el Washington Post),Un millón de gotas (ganador del Gran Premio de Littérature Policière 2015, elegida mejor novela del año por la revista Lire), La víspera de casi todo (Premio Nadal 2016), Por encima de la lluvia (Premio mejor novela Valencia Negra, 2017), Antes de los años terribles (2019)

En 2018, fue nombrado Chevalier des Arts et Lettres de la República Francesa.

Su última novela, El hijo el padre (marzo, 2021)




Victor, ¿Cómo un escritor con más de nueve novelas en su haber, Caballero de las Letras y las Artes en Francia, premio Nadal, con un enorme éxito en el mercado estadounidense con la novela Un millón de gotas, profesor universitario, alguien que arrasa ahora con El hijo del padre, además fue mosso de esquadra?


La vida siempre ofrece oportunidades si sabes escucharla. Oportunidades para crecer, para cambiar. En la mía, hasta hoy, han cabido muchas versiones distintas, a veces por azar, otras por necesidad, incluso fruto de errores. El hecho de haber trabajado en los Mossos d’Esquadra durante 20 años fue una más de esas experiencias únicas, y, en muchos sentidos, me permitió crecer en aspectos personales y profesionales. Llegué por casualidad, por curiosidad, con una idea romántica; luego se convirtió en una atalaya espléndida desde la que tratar de entender y observar una parte de nosotros a la que no siempre se tiene acceso. Pero mi propósito siempre fue, y sigue siendo, ser escritor.




Cada vez se habla más de los pueblos vacíos, del desarraigo o del éxodo rural de los años cincuenta, sesenta. También tú lo viviste en primera persona y está reflejado en El hijo del padre. ¿Nunca olvidamos nuestros orígenes?


Nada está vacío del todo, ni es periférico del todo.


Allá donde habitó una memoria siempre hay un eco.

El por qué en determinados momentos emprendemos ese viaje del salmón hacia el pasado es un misterio que me apasiona, la necesitad de tener una identidad y a menudo crearla a partir de nuestras raíces, evocar el pasado como una suerte de historia en la que somos narradores y protagonistas, más o menos justos, más o menos honestos. No podemos olvidar nuestros orígenes porque son el sustrato donde se sembraron nuestros afectos y nuestros odios, nuestra primera visión de la vida, del mundo, de las relaciones y las emociones. En algún momento dejamos esas memorias heridas atrás, avanzamos, pero nunca dejamos de ser, al menos en parte, algo heredado, una genética de la memoria que habita en nosotros.



Hablando de la memoria del pasado, aparte de la voz narrativa del protagonista, Diego Martín, nos encontramos con una segunda voz narrativa, omnisciente y fría. ¿Es un recurso para contrastar con los propios recuerdos del protagonista? ¿Ficcionamos nuestro pasado?


Así es, el narrador no juzga desde la subjetividad. Simplemente muestra los hechos y el lector decide creerle, porque no se implica emocionalmente como el protagonista. Diego nos cuenta una verdad que el narrador desmiente o matiza una y otra vez. Y sin embargo, nos damos cuenta de que Diego se esfuerza por escapar de sus propias trampas, que trata sinceramente de revisitar sus recuerdos y encajar las piezas. No nos está mintiendo, no es un cínico, ni un hipócrita. Sencillamente no puede aceptar la verdad y la desvirtúa para poder seguir adelante. Hay cosas demasiado dolorosas, hechos y recuerdos que ya no son más que impresiones lejanas, secretos, humillaciones que hemos reconvertido en mitología personal.



La narración comienza con unas notas manuscritas de Diego Martín en la cárcel: “Secuestré a Martin Pearce, lo torturé y le maté disparándole en la cabeza. Después llamé a la policía y esperé”. Este inicio magistral ya desvela la trama con la que el lector deberá enfrentarse. Pero tu historia va más allá de la venganza.


Aquí no hay venganza porque no hay manera de volver al pasado ni de castigar a aquellos que supuestamente dañaron a los personajes. Lo que hay es una búsqueda de la identidad, saber quién se es cuando todas las cosas que creías saber de ti mismo se demuestran espejismos y falacias. Locura, otredad, memoria, relaciones paterno filiales, el primer amor, la sexualidad enferma, el heroísmo sin épica…Todo eso se esconde tras esa confesión inicial.




De todos tus libros ¿con cuál te quedarías?


Cogería unos párrafos de cada uno, algunas frases, ciertos personajes o escenas.


Un libro es el alumbramiento de una suerte de lucidez. Puede que el lector los olvide, y desde luego tiene el soberano derecho de elegir. Pero yo no puedo hacerlo.



En uno de tus tuits escribiste: He recordado esta anécdota: yo tenia 23 años, soñaba con ser escritor. Un amigo me presentó a su mujer, editora. Me leyó y me dijo “el Quijote ya se ha escrito y tú no eres Cervantes” Siempre le agradeceré su desprecio. Por si ayuda a alguien. Algo parecido le sucedió a J.K. Rowling. ¿Qué le dirías a todo aquel que también sueña con ser escritor?

Que soñar no es suficiente, pero que es imprescindible. Sin esa voluntad nada sucede.







En estos tiempos de presentaciones anuladas, eventos aplazados, Sant Jordis sin firmas ¿crees que las redes sociales son la solución para moverse?


Creo que cualquier foro que nos acerque unos a otros está aquí para quedarse. Hacemos comunidad, somos miles, nos reconfortamos, compartimos gustos y discusiones, planteamos preguntas y buscamos respuestas.


Las redes sociales, si sabes verlas con generosidad, van mucho más allá de la auto publicidad. Te darán tanto como entregues.



¿Qué proyectos te esperan?


Vivir. Siempre, un poco más lejos, un poco más a fondo…Y escribir, cada día.



Muchas gracias, Víctor. Todo un placer haber charlado contigo. Te espero próximamente en el Club de Lectura.




Si quieres leer la entrevista de Rosa Montero:


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