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entrevista a matilde gordero moreno

Actualizado: 10 feb 2021



Fotografía de Esther Cuenca





Matilde Gordero-Moreno

Matilde Gordero-Moreno (Cullera, 1984) es periodista, escritora y consultora de comunicación. Ha colaborado con los digitales Pikara Magazine, Núvol, Media.Cat, Nationalia.cat, El Salto, Factorhuma.org y Diari La Veu. En este último, publicó, durante dos años, una columna quincenal en la que destacaban sus escritos impresionistas y costumbristas sobre su pueblo natal, los diarios de viaje y las reseñas de escritoras. Ha estudiado Narrativa, Cuento y Microrrelato en la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès, donde uno de sus cuentos fue seleccionado para la antología bienal de alumnos Iceberg 2. Su primer libro, el poemario Aquí ya no queda nadie, con Ediciones Carena, sale a la venta el 01.02.2021.



Matilde, eres periodista, escritora y consultora de comunicación y eventos. ¿En qué campo disfrutas más?


En el de la escritura. Es donde siento que todo vale la pena, es mi sitio. Todo tiene sentido cuando escribo. Que alguien te diga que ha disfrutado con un texto tuyo es una de las mejores cosas que me han pasado nunca.

Digamos que soy periodista de formación, me gano la vida como me la gano y soy escritora. Estudié Periodismo porque me gustaba escribir y aunque a veces ejerza, he llegado a la conclusión de que solo puedo hacerlo como escritora.



Está a punto de publicarse tu primer libro. ¿Qué encontraremos en él?


Aquí ya no queda nadie es un poemario que escribí tras una ruptura, aunque no creo que sea un libro de desamor. Más bien, habla del vacío que habitamos cuando perdemos algo, de la necesidad de que las heridas cicatricen. Tiene cuatro capítulos, que corresponden a cuatro estados de ánimo. Son versos libres que ahondan en el dolor, en la tristeza, pero también en la esperanza, luego certeza, de reconquistar la alegría. Hace poco lo releí y veo hasta humor.



Has viajado mucho. ¿Los viajes te han llevado a escribir?

Ilustración de Diana Vicedo


Yo siempre escribo y en los viajes, también. Sobre todo, si además de más tiempo, dispongo de más calma. Suelo llevar un diario en el que voy recogiendo semillas que germinan, o no, a mi vuelta.

Desde hace algún tiempo, además, intento hacer entrevistas a escritoras allá donde voy. Hasta ahora me las ha publicado Pikara Magazine: a la peruana Gabriela Wiener, a la estadounidense Vivian Gornick y a la investigadora Bonnie Morris, también de EE. UU. Las dos primeras han explorado hasta la extenuación la narrativa personal, un género que también me atrae mucho.



Has colaborado con varios medios digitales, como Pikara Magazine, Diari La Veu o Núvol. ¿Le tienes un cariño especial a algún texto que hayas escrito?


Más que a un artículo en concreto, a un proyecto: la columna que escribí durante dos años en Diari La Veu, mi particular Rondalla del retorn. Una crónica por fascículos de la vuelta a mi pueblo, Cullera, después de vivir once años en Barcelona. Yo escribía mayoritariamente en castellano y ese ejercicio me ayudó a encontrar mi voz en valenciano en un momento en que yo me rencontraba con mi familia, con mis recuerdos, con las casas de mi infancia, con la lentitud que no hay en una ciudad.


El pueblo es como un edificio con ventanas al pasado. Cada quince días me asomaba a una de ellas y contaba lo que veía.

Era extraño porque era un sitio nuevo pero que ya conocía al dedillo. La mirada de quien vuelve es un tema que me interesa especialmente.



Has ganado varios premios literarios pero sobre todo, has sido finalista en un sinfín de certámenes, como el Correlletres 2020, de Cassà de la Selva, o el Núvol de Contes 2018.


Sí, soy una eterna finalista, incansable. Los concursos literarios son una de mis grandes palancas de activación. Una excusa de tantas para ponerme a escribir.



También formas parte de Iceberg 2, una de las antologías bienales de los alumnos de la Escola d'Escriptura de l’Ateneu Barcelonès. Háblanos de tu experiencia en esa prestigiosa escuela.


Estudié Narrativa, con Pau Pérez, y luego seguí con Cuento I, con Franco Chiaravalloti. Recuerdo el primer día en el Palau Savassona. Yo escribo desde que aprendí a escribir. Desde los… ¿cinco años? Era un sueño hecho realidad: cultivar mi pasión, crecer como escritora. No se me olvidará jamás el primer atardecer que vi desde el aula, mi libreta amarilla, el jersey rojo de uno de mis compañeros, la lección sobre decir y mostrar. Quería mirarlo todo, escucharlo todo, absorberlo todo. ¡Las tres horas se nos hacían cortas! Podíamos ser más o menos virtuosos, pero estábamos todos tan ilusionados… Aún somos amigos y vivimos los logros de cada uno como si fueran de todos.


La escuela me enseñó técnica, a pulir mis textos, a enfrentarme a ellos, a defenderlos delante de otras personas y a leer de otra forma. A ser humilde, literariamente hablando.

Luego, evidentemente, cada cual tiene que poner de su parte y sentarse a escribir, pero sobre todo, a leer.





Poesía o narrativa. ¿En qué registro te sientes más cómoda?


Narrativa. Es un terreno que he explorado mucho más. Escribo cuentos y microrrelatos, pero también crónicas y narrativa personal. Solo he echado mano de la poesía en momentos muy concretos: la primavera pasada, durante el confinamiento, y hace unos años, a raíz de un viaje que comportó una ruptura sentimental, cuando escribí Aquí ya no queda nadie.




Sé de buena tinta que durante el confinamiento has empezado un nuevo proyecto: Ilustratextos.


Sí. La ilustradora Diana Vicedo y yo hace tiempo que trabajamos juntas, porque yo escribo y ella dibuja y diseña. Nos complementamos. De hecho, la portada del poemario es suya.

Ilustratextos es una colección de postales. De momento, digitales. Ya veremos dónde nos lleva… Una vez al mes, Diana dibuja algo y yo le pongo palabras. O al revés: le envío una frase y ella le da vida. Proponemos un juego: adivinar qué ha aparecido antes, ¿la ilustración o el texto?



¿Por qué escribes?


Porque no sé no hacerlo.




El proceso de la escritura no siempre es fácil. ¿Duele hacerlo?


Duele a veces, no siempre.


Se puede escribir desde la herida, pero también desde la serenidad o desde la euforia. La tristeza o el enfado son grandes motores creativos, aunque no los únicos.

Sí que es cierto que normalmente escribo más en los momentos más duros, porque no deja de ser una válvula de escape.




¿Qué proyectos te esperan?


En noviembre empecé el postgrado de Especialización en la Enseñanza de la Escritura Creativa que han puesto en marcha la Escuela de Escritores y la Universidad de Alcalá de Henares. Me encantaría ser profesora y compartir todo lo que otros han compartido conmigo, sobre todo, la pasión por la lectura y la escritura. Demostrar a otras personas que pueden escribir.





Si quieres leer más sobre Franco Chiaravalloti:



Escola d´Escriptura de l´Ateneu Barcelonès:


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