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entrevista a franco chiaravalloti





Franco Chiaravalloti (Buenos Aires, 1979) es escritor y profesor de narrativa. Máster en Teoría de la Literatura por la Universidad de Barcelona, ha publicado el libro de cuentos Como un cuentagotas que se presiona suave, muy suavemente (Hijos del Hule, 2009) y Esos de ahí afuera (Talentura, 2015), así como numerosos relatos en diferentes antologías. Colabora como lector y redactor para diversas editoriales. Actualmente imparte clases de cuento y microrrelato en la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès.


Escribir o enseñar a escribir. ¿Qué te da más placer?

Enseñar a escribir, sin duda. Me da gran satisfacción contribuir con mis conocimientos al desarrollo de la técnica de otros, buscar la vía idónea para que el alumno pueda elaborar historias que funcionen, que consigan lo que se proponen.

El acto de escritura, por su parte, no es ni ha de ser un placer constante. Se ha de planificar, prospectar, fallar, romper papeles, insultar, ensayar, volver a intentarlo.

Por supuesto, el placer no está en todas esas etapas. Yo desconfío de los escritores que escriben como si estuvieran comiéndose un chocolate. Si así lo hicieran, no les saldría un texto sincero.


¿La escritura es una necesidad solo para algunos?

No a todos escribir les mueve las tripas. Hay quien busca descifrarse a sí mismo escalando una montaña, y está bien que así sea. Debemos desacralizar el acto de la escritura. Los escritores no pertenecemos a ningún Olimpo. Escribir es una actividad importante para la condición humana, vale, pero no concluyente. Ante una catástrofe natural, lo primero que quiero a mi lado es un agricultor o un médico antes que un escritor.


¿Se puede aprender a escribir?

Hablemos, mejor, de aprender a redactar o narrar. Un niño de siete años ya sabe escribir, ya sabe utilizar el alfabeto sobre un papel. Narrar, en cambio, supone crear puentes entre el mundo del lector y el de la historia leída, o entre dos concepciones de mundo —la del lector y la que propone el autor—, o entre dos ideas. También es importante aprender a dominar la materia prima de todo escritor —la lengua— tanto como un guitarrista debe conocer cómo manipular su guitarra. Para todo ello hace falta técnica, la técnica construida con siglos de tradición literaria. Y eso, claro, debe ser aprendido.


Los escritores pasan por altibajos creativos. ¿Te han faltado las palabras o la voluntad para escribir?

Muchas veces. En esos casos, intento no obsesionarme ni ensimismarme. Lo mejor es apagar el ordenador y salir a dar una vuelta. O “a deshojar una rosa”, como decía Virginia Woolf. En esos momentos, aunque no nos demos cuenta, nuestra cabeza trabaja en segundo plano, y se siente más liberada porque le quitamos hierro al acto de escribir. Y es entonces cuando las ideas pueden volver a aflorar.


¿Alguna vez has admirado la capacidad creativa o literaria de algún alumno?

Todo el tiempo. Otro de los placeres que me da enseñar a escribir es ser testigo de una gestación, la del momento cuando un texto es construido, y de cuán diversos pueden ser los procesos creativos de cada alumno.

Toda buena idea suele ser fruto de haber conectado dos ideas previas, y esto lo veo todo el tiempo en muchos alumnos. Es un disfrute descubrir estructuras de pensamiento diferentes a la mía.

Esa idea a veces funciona, a veces no; si no funciona, es ahí donde deberá intervenir la técnica para auxiliarlos.



En tu libro de relatos Esos de ahí afuera nos expones a diez realidades diferentes, historias basadas en lo cotidiano. ¿Por qué usas lo rutinario? ¿El lector no prefiere romper con lo habitual y sumergirse en tramas insólitas?


Me fascina explorar lo que yo llamo “travestismo literario”: salir del propio yo para narrar desde la perspectiva de personajes que, en ocasiones, son muy diferentes a mí. La alteridad, como decía Harold Bloom, es de hecho la esencia de la literatura. Y a veces en lo cotidiano puedes encontrar la clave para poner en acción a los personajes de manera coherente. La vida cotidiana está llena de imprevistos, y en tales imprevistos me he inspirado para escribir Esos de ahí afuera.


¿El lector necesita leer para huir de su propia realidad o prefiere identificarse con los personajes?

La lectura, entre otros rasgos, sirve para conocerse más uno mismo. Para descodificarnos, como decía antes. Hay diferentes grados de profundidad en la lectura según el libro que leamos, claro está, pero incluso en las lecturas de evasión hemos de participar de forma activa para componer la historia en nuestra mente. La lectura siempre es una experiencia vicaria.



¿Sigues con tu blog Decati Sonde Teibol? Llegó a ser un blog muy bien considerado en el mundo literario.

¿Tanto? ¡Jeje, gracias! Bueno, sí, fue finalista del premio Revista de Letras hace algunos años, y durante un tiempo tuve muchos seguidores. Entre 2009 y 2010 estuve obsesionado con mi blog, hasta que lo abandoné cuando me fui a vivir a Inglaterra. Al regresar a Barcelona, un año después, ya no tenía ganas de seguir publicando entradas y acabó muriendo de inanición. El cadáver aún está por ahí en la red.

Hace poco presentaste el libro Mejor no te cuento, del Grupo Bojador. También escribiste el prólogo. ¿Has hecho más presentaciones? ¿Con que distancia afrontas esa tarea?

Sí, he presentado muchos libros, especialmente de ex alumnos. Es una tarea que abordo con alegría, porque sé bien el trabajo y la ilusión que hay detrás de la obra que sale a la luz. Me satisface compartir en ese momento la felicidad de la autora o autor, y contribuir con mi propia opinión a difundir la novedad.


Nacido en Buenos Aires y ciudadano de Barcelona. ¿Se puede ser más afortunado por pertenecer a las ciudades más literarias del mundo? ¿Importa eso a la hora de escribir?

No. Chéjov nació en un lejano poblado del sur de Rusia y Houllebecq en la remota isla Reunión. Da igual donde naces o donde vives para ponerte a escribir. En mis cuentos, no obstante, ambas ciudades están muy presentes, porque forman parte de mi universo personal. De hecho, y mira por dónde, hace poco la escritora argentina Tatiana Goransky me invitó a participar en una antología de cuentos en la que aparecen autores de ambas ciudades —algunos de ellos escritores y escritoras de renombre—, un proyecto nacido a raíz de que Barcelona será la ciudad invitada a la próxima Feria del Libro de Buenos Aires. El volumen saldrá publicado tanto en Argentina como en España el año que viene.


¿Qué proyectos tienes?

Ahora mismo, buscar editorial para el libro de cuentos que he acabado hace poco, y que he titulado Insular. Después de darle punto final a una obra, es cierto que llega la sequía creativa, pero algunas nuevas ideas están aflorando. Quizás, dentro de poco me embarque en la escritura de nuevos cuentos.

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