Irene García Carbonell, Barcelona, 1968. Editora y escritora. Aunque proviene de formación técnica, lleva muchos años trabajando en el sector editorial. En julio de 2019, echó a andar Ediciones de Salinas, su proyecto empresarial. Una editorial dedicada a la narrativa española contemporánea, ubicada en un pequeño pueblo oscense del Pirineo llamado Salinas de Bielsa, de ahí el nombre de la editorial.
En 2017, Irene García Carbonell hizo su debut literario con la novela “Y nunca más me haré a la mar” (Ed. Sonámbulos, Granada) y que ha sido reeditada en 2019 con el sello de Ediciones de Salinas.
Irene, ¿Cómo nace Ediciones Salinas?
Cuando me mudé a vivir al Pirineo, en 2018, lo hice con mucha ilusión, pero también a sabiendas de que algo tenía que hacer profesionalmente. En aquel entonces, mi pequeña agencia de promoción editorial dedicada a los libros de arquitectura y arte contemporáneo flojeaba. Tampoco me apetecía ya viajar. Las ventas de ese tipo de publicaciones habían sufrido un fuerte zarpazo durante la última recesión, y no nos recuperábamos. El repunte era tímido, pero sobre todo, no sólo era vender, luego había que cobrar y… ¡Ay! Mucha carga para tan poco rédito. Así que me senté a pensar qué hacía. Cerraba y ¿luego qué? ¿Me monto un bar? ¿Una casa rural? Aquí todo quisqui tiene una casa rural y el turismo es un sector importantísimo para la comarca. Le di vueltas, miré normativa, legislación, inmuebles, hice números… pero, oye, qué rollo. Si es que no me va nada. Me costó entender que si trabajaba en el sector editorial era por amor a los libros. Me gusta leerlos, escribirlos, tocarlo, olerlos, contemplarlos en un estante (¡Qué decorativos son! ¡Ha ha!), en fin, que tuve que reconocerme a mi misma que si lo que sabía era de libros, pues ¡Libros!
¿Cómo se desarrolla el instinto de un editor?
No sé qué decirte, porque no sé si lo tengo. ¡Anda, qué burradas digo siendo editora! Pero si lo digo es porque he conocido editores de pata negra, hombres que veían un éxito a la legua. Lo perseguían, lo trincaban con un buen contrato y ¡zaca! Donde había puesto el ojo, ponían el bestseller. Yo me muevo más emocionalmente. No sé si eso es bueno, ya te lo diré en unos años. Igual, al cabo del tiempo mis autores me adoran y tengo que echar el cierre, aunque espero que no. Lo digo porque elijo obras que me gustan (a mí) y autores que me caen bien.
Tengo por norma no trabajar con gente borde, ni publicar obras que me aburran, que no me digan nada, que estén repletas de lugares comunes y sigan modas diciendo cosas políticamente correctas.
Lo que se publica en Ediciones de Salinas tiene un sentido para mí. Son obras que, como te digo, me gustan, me conmueven, o me alimentan, o significan algo por algún otro motivo como por ejemplo, estar escritas con amor por alguien que quiere hablar “de lo suyo”. Estoy pensando en los relatos de Antonio Vila Bielsa, que en su caso, es amor al Valle de Gistaín (o Chistau, como dicen aquí).
La elección de un manuscrito es una apuesta arriesgada para una editorial y más en los tiempos que corren. ¿Recibes muchas ofertas? ¿En qué basas tus criterios de elección?
Sí es arriesgado. Al fin y al cabo, te juegas la pasta. En el caso de Ediciones de Salinas, el riesgo está, precisamente, en lo que te digo en la respuesta anterior. Es una elección muy mía, y yo, soy yo. Me la juego con el corazón, y ahí, el batacazo puede ser tremendo. No sólo económico, es que estoy poniendo el alma. Uno que edite el último bestseller, elegido “mejor libro del año” por la revista tal o cual en Estados Unidos, por ejemplo, pues arriesga mucho, mucho dinero, y si la pifia, puede dolerle la cartera, la tesorería y desplomarse el valor de las acciones, pero no siente que le están diciendo nada personal. Apostó a un valor que parecía seguro y luego…
Yo no apuesto por “valores seguros”, apuesto por personas que escriben cosas que me gustan.
Recibo ofertas, sí, cada vez más desde que ha corrido la voz de que colgada en un pueblo pirenaico, hay una editorial que está encantada de recibir “manuscritos no solicitados”, para su valoración.
Una vez aceptas un manuscrito ¿cómo es el proceso de edición?
El proceso es largo. Si la valoración es positiva, hay que proponerle al autor las condiciones y este tiene que meditarlas y aceptarlas, o no. Luego, maquetación, diseño de portada… y los asuntos administrativos. Desde que le digo a un autor que por mí, sí, si este decide aceptar, pueden pasar tranquilamente seis meses hasta que un libro ve la luz, y eso, yendo rapidito.
¿Duele rechazar un manuscrito?
Es lo que más me afecta negativamente de este trabajo. Decirle a alguien que no quieres publicar su trabajo, ¡su trabajo! Ojo, que estamos hablando de gente que pone su alma en ello, y luego su ilusión. Uf, a veces lo dejo para mañana, si no necesariamente se lo tengo que decir hoy (no más, tampoco hay que dilatar el trance en el tiempo), pero es que necesito prepararme para decir algo que sé que no va a gustar. Qué boba, con la de comunicaciones asépticas que he recibido yo en el pasado por mis manuscritos, cuando me los rechazaban, y eso, cuando te decían algo. Era muy normal que no.
¿Habláis con el autor para sugerirle cambios? Me imagino que no siempre es una tarea fácil consensuar opiniones.
Sí se habla si hay algo muy flagrante como por ejemplo, párrafos que no entiendo o incongruencias temporales, espaciales. Si no, suelo respetar mucho la obra, ¡es como la quiere su autor! Recuerdo una discusión de puertas adentro sobre si respetar a Lourdes Aso en su obra “Berto, el pensamiento y el resto…” que la mujer que cantaba supercalifragilístico era la niñera de “Sonrisas y Lágrimas”. Ella está haciendo un homenaje a Julie Andrews, que sí, era la niñera en esa película, pero lo del supercalifragilístico, es de “Mary Poppins”, donde también hace de niñera, por cierto. Pues mira, no se lo toqué. Entendí que con esa asociación a “Sonrisas y Lágrimas”, vertía todo el homenaje sobre la actriz, Julie Andrews, de forma individualizada. ¿Hice bien? ¿Hice mal?...
¿Os habéis encontrado alguna vez con un manuscrito plagiado?
No, y a Dios gracias. ¡Qué problemón!
Sabemos que muchas editoriales buscan libros que sean comerciales. Vosotros, en cambio, buscáis calidad en los textos, cierta distinción y particularidad también. Cuidáis mucho la elección de un manuscrito. ¿La calidad va reñida con el negocio?
No, no, para nada, ¡ni que el lector fuera tonto! Hay que ser honesto y decirle lo que hay: este libro es para pasar un rato ameno, y leer cosas interesantes sobre alguien o algún lugar o esta obra ahonda en la psicología humana y sus conductas, y si te lo quieres leer al borde la piscina con un daiquirí… pues igual no.
Un mismo lector lee una cosa u otra según su estado de ánimo, intereses del momento, avidez intelectual… el lector ¡es un ser vivo!
¿La cuestión económica puede confundir?
¿Te refieres al precio de venta de la obra? Creo que no, pero… Si un libro no interesa, ya lo pueden tirar de precio que nanay. Si interesa, el comprador mirará el precio y decidirá.
¿El libro en papel seguirá existiendo?
Con gente como yo, seguro que sí, ¡aunque no sé cuántos somos!
¿Cuáles son las próximas publicaciones de Ediciones de Salinas?
Para 2020 viene un libro de relatos: Los seis pecados del Grupo Bojador
y, a fecha de hoy, y estamos en febrero, he cerrado tres novelas. Una de ellas ya te la puedo avanzar:
Los vértices de Dios de Marimén Ayuso.
¿Qué proyectos futuros tienes?
Seguir escribiendo.
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