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EntrevisTa a Ángel elgue




Ángel Elgue nació en Montevideo, en 1984. Es Técnico en Comunicación Social y vive en Barcelona, ciudad de donde extrae la materia prima que le sirve para escribir, sobre todo, ciencia ficción, fantasía y terror.




Ha publicado en diferentes antologías de la editorial Saco de Huesos y recientemente ha ganado el concurso Carbono Alterado 2018 con el cuento Bendita patria maldita, publicado por MMediciones (Uruguay) en el número 6 de la antología “Ruido Blanco”, donde también figuran cuentos suyos en ediciones pasadas.














A su vez, es miembro del Grupo Bojador, con quienes está a punto de lanzar el último libro de la trilogía “Mejor no te cuento”.







Angel, dicen de ti que tu escritura roza la perfección celestial. ¿Tu madre ya lo intuyó al escoger tu nombre?

Siempre hay algún amigo exagerado suelto por las calles y dispuesto a endulzar los oídos más desprevenidos. Lo que intuyó mi madre fue que tenía que llamarme como mi abuelo. Lo que sí puedo admitir es que paso mucho tiempo autocorrigiéndome. Repaso lo que escribo con mucha frecuencia para asegurarme de no cometer errores gramaticales.

Durante mi adolescencia me diagnosticaron disortografía, más relacionada con cuestiones de carácter ortográfico. La verdad que siempre me ha costado mucho respetar las normas de la lengua, siempre me he pasado por alto las tildes, sobre todo, porque ya de por sí, el hecho de escribir me resultaba de lo más tedioso.


Es decir, mi grado de animadversión hacia las estructuras formales del idioma era tan elevado como el desinterés por superarlo. Puede que esto suene increíble, con lo que me gusta escribir ahora, pero así era.

Tengo que agradecer a una profesora de literatura, Miriam Figueras, que supo reconducir mis apatías en tal sentido. Desde entonces, y tras reconocer mis falencias en tal sentido, es que siempre me detengo a observar mis escritos desde un punto de vista más formal. Mientras mejor domine la lengua, mayor capacidad para producir textos de calidad formal, por lo menos. Sin embargo, aún me queda mucho por aprender.


¿Cómo fueron tus inicios literarios?

Como lector recuerdo que de chico, antes de heredar la Spectrum de mis sobrinos (sí, tengo sobrinos que son más grandes que yo), me dejaba unas cuantas horas diarias en los librosjuegos, porque era mucho más atractivo el hecho de sentir que tenía cierto grado de maniobra y control a través de las elecciones que se ofrecían en las diferentes páginas de la historia. Era mucho más divertido que leer cualquier otra cosa que no tuviera ilustraciones, cosa que siempre ayuda, o que hacer los deberes.

Ya un poco más grandecito, catorce o quince años, escribí con un amigo el primer capítulo de lo que suponíamos iba a ser una gran “novela”. El resultado fue un desastre, treinta hojas con un argumento caótico y escritas a mano (infestadas de horrores ortográficos, por supuesto) que hablaban de una cofradía de mentes aburridas y malvadas destinada a apoderarse del mundo. Intentábamos hacer encajar eventos históricos reales en la trama, como si nuestros personajes lo hubieran provocado todo, desde la Segunda Guerra Mundial hasta el caso Mónica Lewinsky. Gastamos varias hojas de los cuadernos que llevábamos a clase. Pero no duró mucho el entusiasmo, una semana tal vez.


¿Tienes manías a la hora de escribir?

Supongo que sí, nunca me puse a pensar en ello. Es difícil reconocerlas en uno mismo.


¿Sufres o disfrutas mientras escribes?

Ambos, pero se disfruta mucho más de lo que se sufre. De hecho, el sufrimiento denota dolor, pero más bien lo que puedo llegar a sentir es molestia.


Si escribir supusiera un constante sufrimiento, no lo haría.


Igual es cierto que las emociones y el estado de ánimo oscilan en función al grado de dificultad para expresar una idea, a la falta de imaginación y al nivel de inmersión durante la confección de las escenas.


En alguna medida, siento malestar cuando paso demasiado tiempo sin dar con las palabras justas y siempre que me estanco, pero aún más cuando me meto en escenas desagradables.

Pero este malestar es consecuencia de la confrontación de ideas y de su planteamiento técnico. La última vez fue escribiendo El niño que llevamos dentro, que es uno de los cuentos que se incluirán en la última entrega de la trilogía Mejor no te cuento. En ese relato se dan momentos y prácticas que en lo personal me resultan detestables, pero haber concluido el cuento, su construcción, como casi todos los cuentos que he osado escribir, resulta un evento satisfactorio.


¿Hasta qué punto el escritor debe ser sincero en sus textos?

Hasta el punto que el escritor quiera. Deberíamos desarrollar el modo en que asociamos la sinceridad a la literatura para poder discernir la funcionalidad de esta cualidad dentro de cada obra. A priori, pienso que es lo de menos siempre y cuando se pretenda, mediante la producción de un texto literario, estimular la inteligencia, empujarla hacia el límite, proponer estrategias de razonamiento diferentes o poco comunes, explorar una nueva forma de plantearse el contexto que a uno le toca vivir.

Digamos que lo importante es que una ficción confabulada desde lo estético persista y soporte el manoseo de vastas interpretaciones y aporte una innovación de carácter racional.

La ficción trabaja como un fertilizante para la razón, aunque antes se activen las emociones, antes o después, en mayor o menor medida, la digestión de una obra pasa por la razón.


La lista de la compra puede ser un texto muy sincero porque comunica acerca de la necesidad de algunos elementos creados para la subsistencia

y que en determinado momento deben adquirirse, sin embargo, no es literatura tal y como la entendemos ya que no hay referencias a una idea trascendental que pueda ser digerida por la razón. La sinceridad no es un elemento fundamental para construir literatura.


¿En qué genero te sientes más cómodo?

De momento me siento más cómodo en la ciencia ficción. Luego en la fantasía y en el terror. Pero en muchas ocasiones se me ocurren historias que acaban escritas por fuera de estos géneros. Creo que me ataca por temporadas, a veces me da por la ciencia ficción, a veces por una literatura más convencional. Depende de cómo me levante ese día.


Tu cuento O se espera o se cambia es una historia que transcurre del pasado hasta el futuro con una visión de gran catástrofe. ¿Los personajes son reales?

Algunos sí. Es un cuento ambientado en la Guerra Grande, por lo tanto, aparecen los actores políticos de la época. El propio protagonista existió, aunque muchos elementos de la realidad se mezclan con la pura ficción. Todo con la excusa de presentar las profecías que este personaje encuentra en lo que parece ser un “daguerrotipo” un tanto especial.


Tu cuento Bendita patria maldita ganó la última edición del Carbono Alterado. Hay cierta familiaridad en el argumento. ¿Existe un paralelismo entre el movimiento independentista catalán y la ucronía rioplatense que se narra en la historia?

Sí. El cuento es un híbrido entre El hombre del castillo y el fenómeno independentista en Catalunya. Es decir, la historia se desenvuelve como un artículo de opinión que de a poco deja entrever la ucronía en donde José Gervasio Artigas, el caudillo, el actual prócer de la República Oriental del Uruguay, cumple su proyecto político, y donde triunfa la Liga Federal, por lo tanto Argentina y Uruguay no existen. Sin embargo, en Purificación, la capital del país que unifica las dos bandas del río, se estrena una obra de teatro muy peculiar, porque allí comienzan a aparecer los elementos de la realidad (la del lector, nuestra realidad). La idea no es nada original, utilicé a Philip K. Dick como molde y de pronto me imaginé qué hubiera pasado si Artigas hubiera ganado. Después, a raíz de la obra de teatro, surge un sentimiento independentista a la catalana pero un poco más hardcore. De hecho la historia comienza con un golpe de efecto; la escultura de Artigas en llamas, rodeada por una turba que reclama la independencia de la banda oriental, o sea, Uruguay. Así que entiendo que se perciba cierta familiaridad, es adrede.




Mejor no te cuento es el primer libro de la trilogía del grupo Bojador. Fobos tiene la culpa es el segundo. ¿Puedes avanzarnos el tema central del tercer libro?

El tercero trata de filias y está a punto de salir del horno. Así que ese será el hilo conductor de las seis narraciones. Imagino que me hacés esta pregunta para que después no te culpen a vos de haber destripado alguna trama, teniendo en cuenta que vos también participás en la antología, jeje.


Lo cierto es que habrá filias muy polémicas, algunas con un desarrollo más triste que otro, aunque tampoco faltará el toque de humor negro e ironía que condimentan el pastel.


Como en las dos anteriores, habrá sabores y texturas muy diversas, ya que cada uno hace gala de su particular estilo, pero habrá que esperar hasta abril para recibir la crítica de los lectores. Al margen de esta, sea favorable o desfavorable, la experiencia de Mejor no te cuento me ha resultado muy enriquecedora.




¿Tienes otros proyectos?

Tengo varios. Por lo pronto, debería desempolvar una novela que tengo guardada en el cajón, cuyo argumento se desenvuelve como un drama que coquetea con la sordidez y el erotismo, mientras el personaje principal se la pasa entre Barcelona y Montevideo con toda su endeble moral a cuestas y que nada tiene que ver con la ciencia ficción ni fantasía ni terror. A veces la releo y hago cambios, incluso me he animado a enseñársela a un par de amigos, pero ahí sigue, oculta en el rincón de las arañas.

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