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Escribir desde el dolor

Actualizado: 11 ago 2020




Muchas son las emociones que nos llevan a escribir. Podemos hacerlo desde la felicidad, desde un estado de sosiego y tranquilidad o también desde el dolor.

Escribir desde el dolor siempre tiene la connotación (no siempre verdadera) de que vamos a investigar en nuestro interior para plasmar nuestros sentimientos más hondos sobre el papel. Puede ser. Bien llevado a cabo es un ejercicio de máxima sinceridad, un reconocimiento de lo que nos ocurre y una búsqueda de aliviar el peso que duele. Los profesionales lo llaman una escritura terapéutica, yo añadiría que también es una escritura necesaria.



Analizar el dolor y convertirlo en palabras reduce la ansiedad pues una vez plasmada sobre papel puede ocurrir que las letras se lleven parte del sufrimiento. Reflexionar sobre lo que nos ha pasado nos guía hacia la conciencia interior, a saber y entender los motivos de la angustia o de nuestras amarguras, y puede alcanzar la reconciliación con nosotros mismos. Sin duda es un proceso liberador.


Decía Dostoievski:

El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor.


Jordi Isern

Consulto al escritor de cuentos, especializado en escritura terapéutica, y profesor de Yoga, Jordi Isern:


Estoy convencido que cuando escribimos, una parte de lo que plasmamos sobre el papel tiene que ver con nuestras "historias", simples reflujos de nuestro subconsciente. Por pura lógica, estas historias constituyen, sin duda, aquellas que más impacto nos causaron en su momento.


Traumas, sentimientos profundos, emociones dolorosas…, que en su momento nos afectaron profundamente, y están ahí, a punto para manifestarse en cuanto les demos la menor oportunidad.

A menudo me pregunto ¿qué parte de nuestros relatos provienen de este pasado?, un pasado que aflora sin darnos cuenta impregnando nuestras historias. ¿Cuánto de nuestros personajes tiene que ver con nosotros mismos? Es difícil saberlo, pero seguro que están ahí compartiendo nuestras emociones y, quizás, también nuestros miedos.

Simplemente por eso, escribir ya es una buena herramienta para hacer un poco de limpieza mental. Es algo así como barrer hacía fuera algunas emociones que todos tenemos, ensuciando nuestro subconsciente (algún psicólogo diría que incluso el inconsciente)

Manuel Vilas, un escritor cuyas historias siempre me llegan muy adentro por su honestidad exenta de afectación, en su última novela viene a decir que su razón para empezar a escribir fue debida a un "exceso de consciencia", que en un momento de su vida le invadió, y que ya no le abandonaría. Qué forma tan simple, y a la vez tan acertada, de explicar esa pulsión que nos mueve a escribir.

Pero además existe lo que se ha venido en llamar Escritura Terapéutica, cuya forma de trabajar está más cerca de la psicología que de la literatura. A grandes rasgos esta terapia consiste en explicar por escrito las emociones que vamos teniendo, en algunos casos se podría decir sufriendo, en el preciso momento en que se producen. Y hacerlo sin adornos, para nosotros mismos, sin buscar la elaboración de esa frase que impacte al lector.


Es más bien describir esa emoción en estado puro: cómo me siento, cómo me afecta, cómo me duele.

Este acto tan simple nos ayuda en tres direcciones:

Primera, por el simple hecho de concentrarnos para escribir, detenemos momentáneamente el flujo de pensamientos dispersos que afectan y distorsionan a nuestra mente.

Segunda, al escribir en un papel la emoción que nos afecta, ya estamos sacándola fuera. La cosificamos y podemos observarla con más objetividad (yo no soy la emoción).

Tercera, y más importante, nos permite leer y analizar la emoción descrita con nuestras propias palabras, y así tratar de entenderla y, con un poco de suerte, poder establecer algunos patrones en nuestra vida que nos suelen arrastrar hacía ciertas emociones negativas.


En cualquier caso, escribir sobre las emociones, de una forma u otra, siempre nos ayudará para avanzar en nuestro propio auto conocimiento, que es el primer paso para poder relacionarnos mejor y de una forma más feliz con el mundo que nos rodea.

Nadie nos va a liberar del dolor, todos lo padecemos o padeceremos, por causas bien distintas, en algún momento de nuestras vidas. Pero si te atreves, plántale cara y escríbelo, verás como una parte de él, lo absorberán las letras.




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