Ramón de España (Barcelona, 1956) ha publicado más de treinta libros entre novelas, ensayos y novelas gráficas con diversos dibujantes. En prensa ha transitado del underground de finales de los 70 (STAR, DISCO EXPRÉS) al mainstream de los 90 y principios del siglo XXI (El País, El Periódico de Catalunya). En 2004 se estrenó su primera película, Haz conmigo lo que quieras, nominada a los Goya al mejor director novel.
Ramón tu libro Barcelona fantasma (1956) se compone de artículos que publicabas en Crónica Global. Un viaje al que nos invitas al pasado, a una Barcelona que fue y que probablemente nunca volverá a ser. ¿Es un canto a la ciudad que sentiste tuya?
Yo diría que Barcelona Fantasma es una autobiografía por personas y lugares interpuestos. Es también el relato de una ciudad que, en cierta manera, ya no existe. Pero he intentado evitar la nostalgia. Las ciudades cambian, la gente se muere, pero unas y otros se te han quedado en el cerebro y en el corazón. El libro es una especie de cápsula temporal.
En este libro recuerdas a muchos personajes que ya no están: Rosa Maria Sardà , Carles Flavià Francisco Casavella, Jaume Vallcorba, Gato Pérez, Javier Tomeo, Pepon Coromina, Marsé.. ¿Hubo alguien entre todos mucho más especial para ti?
Todos fueron personas con las que compartí un tiempo y un lugar contribuyendo a poblar la ciudad en la que fui más o menos feliz. A medida que iban desapareciendo, mi Barcelona se iba apagando. Mi vida hubiese sido mucho menos estimulante sin ellos.
Luego están los bares y discotecas: Boliche, Zeleste, Bikini, Boadas, Cibeles, Astoria… El underground de Star, Disco Exprés…algunos hoy son tiendas de moda, oficinas etc. ¿Duele ver estos locales ahora convertidos en tiendas?
No demasiado. Es algo inevitable. Y
mientras los tenga en la cabeza y, en algunos casos, en el corazón, para mí siguen vivos.
Háblanos del TBO. ¿Nos lo cargamos?
Pues yo diría que sí. Cayó en nuestras manos, lo tuneamos y logramos perder el público de toda la vida sin ganar uno nuevo. Comercialmente fue un desastre, pero conceptualmente tuvo su gracia. El principal problema es que TBO pertenecía a una editorial que se hundía. Utilizar una cabecera mítica para un proyecto rompedor fue una metedura de pata, me temo, pero una metedura de pata gloriosa.
Tuviste la oportunidad de trabajar como guionista para la película basada en “Últimas tardes con Teresa” de Marsé. ¿Qué recuerdas de esa experiencia?
Fue gracias a mi amigo Pepón Coromina, el productor. Básicamente, me sentía como un intruso en compañía de un cineasta de verdad como Gonzalo Herralde y un escritor al que admiraba mucho, como Marsé. Pero me lo pasé divinamente y aprendí bastante sobre el arte del guion cinematográfico. Por no hablar de lo divertido que era llegar a casa de Marsé y que el autor te recibiera en camiseta imperio y a las voces de “¿Queréis un quintito?” (de cerveza).
Barcelona fue mejor porque tú ¿en esa época eras otro?
Igual me parecía mejor porque era joven, simplemente. Pero es indudable que era una época con unas ilusiones de difícil repetición en la actualidad. Y una época en la que con veintitantos años podías aspirar a todo, aunque luego no lo lograras. Pero
es un período histórico irrepetible, esa denostada transición. Me alegro de haberlo vivido.
Por encima de tus crónicas, se esconde tu propia autobiografía. Ramón estás allí en cada una de tus crónicas.
No necesitaré escribir mis memorias porque llevo toda la vida saliendo en mis artículos, como protagonista, secundario u observador que pasaba por allí. No es una cuestión de ego, sino un intento de acercar las cosas y las personas al lector. Me crié con Tom Wolfe y Hunter S. Thompson y algo se me quedó, creo.
Tu prólogo está escrito por Javier Cercas. Alaba tu sentido de humor y cito textualmente: No hay nada más serio que la risa, de que el humor es un instrumento privilegiado de conocimiento y de que, sin él, no existe posibilidad de vida inteligente. Ramón ¿afortunado es el que tiene sentido de humor?
A mí me ha sido de gran utilidad para defenderme de un mundo que siempre me ha parecido más bien hostil.
Tener sentido del humor no es lo mismo que ser feliz. Hay gente feliz que no pilla un chiste ni a tiros. El humor es, en el fondo, una coraza, una protección ante las miserias de este mundo.
Muchos humoristas son grandes depresivos. Y yo mismo arrastro desde la adolescencia una molesta tendencia a la melancolía.
¿Qué proyectos te esperan?
Me gustaría rodar un segundo largometraje como guionista y director. Estoy en ello desde que estrené en 2004 HAZ CONMIGO LO QUE QUIERAS, pero cada día está la cosa más complicada y uno va perdiendo las fuerzas con la edad. Puede que caiga un nuevo comic, aunque no es seguro. La verdad es que vivo al día y voy improvisando. Me gusta mi trabajo en CRÓNICA GLOBAL, que es como haber vuelto al underground y pensar que los años en EL PAÍS o EL PERIÓDICO fueron un malentendido. La verdad es que no hago planes, pues a los 66 años creo que podría reventar en cualquier momento, como le ha sucedido a gente que conozco: desde la pandemia, ha habido una genuina escabechina sobre la que no me extenderé.
Muchas gracias, Ramón, por tu tiempo.
Si quieres leer la entrevista de Javier Cercas:
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