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Entrevista A PEDRO SIMÓN

Actualizado: 1 mar 2022



Pedro Simón. Copy El Mundo



Pedro Simón (Madrid, 1971) es periodista y escritor. Actualmente trabaja en el diario El Mundo. Como periodista ha ganado el Ortega y Gasset de 2015 y el Premio al Mejor Periodista del Año de la APM en 2016. En 2020, fue finalista de los premios de la Fundación Gabo. Entre sus libros destacan dos antologías de reportajes Siniestro total y Crónicas bárbaras y su novela Peligro de derrumbe. Acaba de publicar Los ingratos (Premio Primavera de Novela 2021)





Empecemos por el final. En tu novela Los ingratos (Premio Primavera de Novela 2021) nos confiesas haber leído a Héctor Abad Faciolince (El olvido que seremos) y a Miguel Delibes (Cinco horas con Mario) para ver si se te pegaba algo. ¿Puedo confesarte que hice lo mismo contigo? No sabes cuántas frases te he subrayado.


Está muy bien eso de tener voz propia, pero creo que es bueno dejarse permear por los mejores. Faciolince, Delibes, Laforet, Steinbeck, Ignacio Aldecoa, Ferlosio, Tim O'Brien... Siempre que escribo tengo a mano libros que me han enamorado. Y en los descansos de la escritura, releo. Como el que acaricia un gato mientras piensa en otra cosa.

Me pasa lo que a ti, subrayo mucho. Cuanto más viejo y subrayado y sobado está un libro, más vida tiene. Y, al final, volver a un libro que subrayaste es volver a ese que eras tú cuando lo leíste y sacaste el lápiz. A ese que se quedó fascinado con ese párrafo y por eso marcó lo que marcó. Para dejar huella de su paso.





La historia toca muchos temas: la soledad, la separación, el mito del bienestar de la ciudad, el paso de la infancia a la adolescencia. Entre otros también hablas de la vida en el pueblo de los años 60, de las duras costumbres campestres y de esa España rural que empezaba a vaciarse. También Rosa Montero (La buena suerte), Olga Merino (La forastera) o Sara Mesa (Un amor) hablan o se refieren a la despoblación. El tema de esa España que se fue y luego volvió tarde o nunca ¿se ha puesto de moda?


No creo que sea un tema que se haya puesto de moda, que es una expresión que te lleva a algo banal. Creo simplemente que hay una serie de escritores que vamos teniendo años y hablamos de ese paraíso perdido que fue la infancia y sus paisajes: o sea, de ese 'nosotros' que ya no seremos jamás.


Escribir es salvar cosas de la muerte, incluida una parte nuestra del alma.

Dejar un surco ahí hecho para el que viene detrás.





¿El ingrato es el niño David que vuelve de mayor o somos todos esos ingratos que no supimos dar las gracias al esfuerzo de los que vivían en los pueblos? ¿Gracias es una palabra demasiado pequeña? ¿O llega siempre demasiado tarde?



Los ingratos somos tú y yo, es una ingratitud condenada a repetirse, siempre hacia atrás, siempre hacia los que hicieron posible que llegáramos tú y yo hasta aquí. El libro lo escribí antes de la pandemia, pero curiosamente, al terminarlo, me di cuenta de que también estaba hablando sobre lo ocurrido: esas gentes (la inmensa mayoría procedente del medio rural) que se han muerto sin escuchar la palabra gracias, recibir un abrazo, haber oído en el lecho: "Si estoy aquí es por ti".



¿Existió la señora Emérita?


Existió una Emérita, que no es la del libro, pero que también cuidó de un niño que fui yo. Eméritas que tenían las manos duras, que olían a lejía y a naftalina, que lo mismo cavaban la tierra, que desollaban un conejo, que te peinaban con Nenuco. Como en la película 'Roma', de Cuarón, yo tenía la necesidad de escribir de esas cuidadoras invisibles del medio rural que hicieron posible el empoderamiento de las otras. Que no quisieron subirse al coche porque su lugar estaba en el pueblo. Que se inmolaron solo para que sus hijos sí se subieran al coche. A lo peor para no volver jamás. O llegar tarde al entierro de la madre.



Pedro, te conté que yo era una CODA (Hija de padres sordos) y que el personaje de la Emérita me emocionó. ¿Por qué esta figura sorda?


Porque conocí a una mujer parecida, que quería a los niños de un modo desmedido. Y que me conmovía por lo mucho que siempre pensaba en los demás.



Creo que por aquellos años 70 la discapacidad estigmatizaba más todavía que ahora.


Y encima mujer. Y encima en un pueblo. Y encima sin hijos. Quería escribir desde esa esquinita de las que tienen muchas faltas.



Los viajes en el Simca sin cinturón, los casettes, el padre fumando en el coche, haber con hache y con be…todo eso éramos. ¿Hemos evolucionado?


Sí, hemos evolucionado, claro. Aunque la trampa tecnológica es una trampa de oso donde caemos pensando que eso es progreso. Sólo lo profundamente humano tiene que ver con el progreso. Y las pantallas líquidas, en muchas ocasiones, deshumanizan.

Confundimos tecnología con el progreso, pero no son equivalentes. A mí sólo me interesa la tecnología que nos hace más humanos.




Eres premio Ortega y Gasset en 2015 y premio al Mejor Periodista del Año de la Asociación de la Prensa de Madrid en 2016. Finalista de los premios de la Fundación Gabo en 2020. ¿Si tuvieras que escoger entre escribir artículos periodísticos o novelas, con qué te quedarías?


Me gusta contar historias. Y el periodismo y la escritura son dos modos de hacerlo. Es verdad que cuando escribes un reportaje eres un gran esclavo, porque no puedes salvar al niño que se está muriendo o encontrarle un empleo a la mujer que pide en la calle. Pero con la narrativa eres un pequeño Dios, porque puedes hacer lo que te dé la gana. Salvar al niño, encontrarle un curro a la madre, mandar a los dos a Marte...



Ya sabes que también yo soy futbolera como tú. ¿Adivino bien que tus colores son los rojiblancos?


Claro, ¿se puede ser de otro equipo que no sea el Atlético de Madrid? Es más, yo creo que todo el mundo es el Atlético de Madrid, lo que pasa es que hay mucha gente que todavía no lo sabe...



Pedro ¿qué proyectos te esperan?


Sacaré una novela nueva a finales de 2022 y otra a finales de 2023. De la primera hay esbozadas 30 páginas. Nada que ver con Los ingratos. Es una novela ambientada en nuestros días y que habla de la incomunicación de los padres con los hijos adolescentes, de los silencios, de los portazos, del miedo y de la rabia.


Escribimos para que el otro sienta cosas, ojalá tú sientas muchas, y la persona que nos esté leyendo también.


Muchas gracias por tu tiempo. Te esperamos este 24.02 en nuestro Club de Lectura Bojador.

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