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Entrevista a mónica rouanet



Fotografía by @Marta_Calvo6



Mónica, después de tu éxito Despiértame cuando acabe septiembre (Best-seller del confinamiento), ahora nos sorprendes con No oigo a los niños jugar. Un thriller social que no solo engancha desde la primera página, sino que también nos muestra una verdad silenciada e ignorada. Pero antes de entrar en detalle, por favor cuéntales a nuestros lectores cómo se te ocurrió la idea del argumento. ¿Es verdad que existe ese edifico que una vez fue residencia - orfanato de niños sordos?


Sí, el edificio existe, y sí, fue una residencia de niños y niñas sordos. Durante algunos años estuve trabajando en una de sus plantas con menores en alto riesgo social. Existían varias leyendas sobre el edificio y sus antiguos ocupantes, pero supongo que eso ocurre con la mayoría de edificios de este tipo: grandes casonas de arquitectura franquista que se construyeron como colegios, residencias o sanatorios y que, en algún momento, cerraron sus puertas en espera de un nuevo uso. Durante los años que trabajé entre sus paredes y deambulé por sus pasillos, no podía parar de imaginar la vida de sus antiguos ocupantes y, en parte, de todo aquello surgió esta historia.



¿Cuál es esa verdad silenciada e ignorada?


El rechazo hacia todas aquellas personas que son diferentes, en especial a las que padecen una discapacidad física o intelectual, o a las que sufren enfermedades mentales, sobre todo si trata de niños o adolescentes. Casi siempre, este rechazo se debe al desconocimiento. No sabemos cómo tratarlos y eso, en ocasiones, nos produce miedo.




En tu novela se juntan personajes reales y otros que podríamos considerar fantasmas o espíritus. No se trata de una novela de terror, pero en alguna escena casi rozas este género. Sin embargo, ¿también podríamos considerarla como novela psicológica?


No me gusta eso de poner etiquetas a mis novelas, de encorsetarlas, porque, en mi caso, no siguen un patrón formal que las pueda encasillar plenamente dentro de un género.

En No oigo a los niños jugar encontramos a unos extraños niños a los que solo la protagonista parece ver. Llevan viviendo en el edificio mucho tiempo, demasiado para seguir siendo niños. Por esa parte, sí podríamos catalogarla como thriller, pero yo me quedo más con lo que acabas de decir, con que es una novela con tintes psicológicos, pero también sociales. No solo entramos en la mente de Alma, una joven de 17 años con un trastorno mental, sino que, a través de sus ojos, conocemos a otros jóvenes con los que convive en la clínica psiquiátrica y descubrimos sus diferentes patologías. Participamos como espectadores en algunas sesiones terapéuticas de la mano del Dr. Castro y sentimos, a través de los personajes, los efectos de la medicación. A través de la relación de estos jóvenes con sus familias y con la sociedad en general, descubrimos el rechazo al que se ven sometidos por la poca capacidad empática que, en algunos casos, mostramos hacia ellos.



¿Y por qué esta mezcla de personajes vivos y muertos?

Porque la historia de los personajes que habitan el edificio en la actualidad se relaciona con la de quienes lo hacían en el pasado. Tienen algo en común, son «los olvidados» por la sociedad.



El final (sin querer hacer de spoiler) es muy sorprendente. ¿Hay que asombrar al lector para que una obra no se quede en el olvido?


Al lector hay que sorprenderlo siempre pero de una manera coherente y verosímil.

Creo que el final de esta novela es el más congruente y razonable de todos los que le podía dar.



Ya sabes que soy una CODA (Hija de padres sordos) y muy cercana al mundo sordo. Pero en tu caso ¿Por qué unos personajes sordos? ¿Por fidelidad a lo que descubriste o por que querías indagar en el mundo silencioso?


Porque desde que comencé a trabajar en aquel edificio y conocí su historia, me empezó a interesar el tema. Todavía hoy guarda relación con la educación de menores sordos. Incluso algunas de las personas que trabajan actualmente en el edificio fueron antiguas residentes. Convivir con ellas, descubrir cómo se relacionan y se comunican con un mundo diseñado para oyentes, me pareció maravilloso. ¿Por qué no hacerlas protagonistas de mi nueva novela?



Mónica, tu eres pedagoga especialista en psicología y educación social trabajas con jóvenes en riesgo de exclusión social. ¿La triste realidad de estos jóvenes te ha llevado a escribir esta novela?


Supongo que, en parte, es así. A veces, demasiadas, he visto cómo la sociedad trata a personas en situación de desventaja social como si fueran peores o inferiores a personas en situación aventajada. Y no es así. La situación social no determina que seas más o menos inteligente, que tengas más o menos capacidades, que poseas más o menos bondad. Simplemente condiciona y limita las posibilidades de acceso a diferentes opciones educativas, económicas y sociales que proporcionan un mayor número de oportunidades vitales.



Cuéntanos tus hábitos cuando escribes. ¿Tienes horarios, escaletas, manías en particular?


Cuando estoy metida de lleno en una nueva historia intento ponerme unos horarios de escritura diarios a los que adapto el resto de mis obligaciones. De esa manera, sigo un ritmo habitual y todo fluye de manera más sencilla. No obstante, siempre llevo un cuadernillo en el bolso por si, en cualquier otro momento, surge una idea o una frase. En cuanto a las escaletas,


suelo marcarme un esqueleto que consta del perfil de personajes (quiénes son), inicio y final de la historia (de dónde salgo y a dónde voy), y alguna parada obligatoria a realizar a lo largo del camino.

El resto va saliendo sobre la marcha. Manías creo que ninguna. Aunque a lo mejor… No, ninguna.



Escribir en estos tiempos de pandemia en la que la mayoría de las presentaciones y eventos culturales se han tenido que cancelar o suspender ¿cuál es tu secreto para que esta obra esté arrasando en las librerías?


No lo sé, la verdad, pero espero que se deba a los personajes, a la historia en sí, y a la forma en la que está escrita. Me gusta que los lectores y lectoras entren en mis novelas y sean parte de ellas. Prefiero mostrar a contar, que quienes me lean puedan decidir qué pensar de los personajes y de la historia. Darles la oportunidad de participar.




¿Qué proyectos te esperan?


De momento, acabo de terminar una novela que saldrá publicada en la primavera del año que viene.

Me gusta explorar con cada novela, aprender. En cada una de ellas utilizo una voz narrativa diferente, un tiempo verbal distinto. Mis dos últimas novelas, Despiértame cuando acabe septiembre y No oigo a los niños jugar son completamente dispares. En Despiértame cuando acabe septiembre, la protagonista es una mujer cercana a los sesenta que nos lleva de la mano durante un viaje y una búsqueda. Todo ocurre en tiempo presente y en primera persona, por lo que empatizar con ella es muy fácil. En No oigo a los niños jugar se alternan dos voces narrativas. Por un lado, somos testigos de las conversaciones que un niño, un antiguo residente de la escuela de sordos, mantiene con uno de sus compañeros. Esta segunda persona nos permite “escuchar” pero, en ocasiones, no nos deja participar. La otra voz es la de una joven de diecisiete años con un trastorno psiquiátrico que nos muestra el mundo a través de sus ojos y su enfermedad.

En la novela que acabo de terminar y que verá la luz en 2022, el narrador es omnisciente y retrato la vida de un asesino en serie y una de sus víctimas.

Y, ahora mismo, ya estoy dándole vueltas en mi cabeza a una nueva idea. Y, hasta ahí, puedo contar.


Muchas gracias, Mónica. Nos vemos pronto en Madrid


Para los que queráis visitarla en la Feria de Madrid, Mónica estará:


El sábado 18.09.21 de 11.00 a 12,00 en la caseta 160.



SI quieres leer la entrevista de Elia Barceló:


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