Jordi Corominas (Barcelona, 1979), licenciado en Humanidades y Master de Historia por la Universidad Pompeu Fabra, es escritor. Ha publicado tres novelas: Una dona que sap jugar amb els peus (Abadia Editors, 2004), Colors (Abadia Editors, 2008) y José García (Barataria, 2012), y varios libros de ensayo, entre los que destacan la biografía histórica en italiano Macrina la Madre (Jaca Book, 2005), Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí (Sílex, 2014), El último libro de la vieja Europa (Sílex, 2017) o Diario del Procés (Sílex, 2018) Corominas es el creador del proyecto Loopoesía, que, de 2009 a 2017 quiso acercar el verso a la gente a través de recitales poéticos con proyecciones y una cuidada puesta en escena. Ha traducido al castellano las poesías de Jean Cocteau en la antología La mentira que siempre dice la verdad (Salto de Página, 2015) y colabora habitualmente en RNE, El Confidencial, Ethic, LEER o Catalunya Plural. Su último libro es Paràgrafs de Barcelona, publicado este mes de marzo en Àtic dels llibres.
Jordi, escritor, crítico literario y agente cultural. Fundador de Loopoesía y traductor.
¿Siempre has sido tan polifacético? ¿Dónde te sientes más cómodo?
A veces cuando leo la acumulación de mis facetas me quedo un poco frío, porque todas se condensan en el hecho de escribir y tomar posición para con el presente, algo natural que cada vez abunda menos en el mundo literario.
Asimismo pienso que ser un poco poliedro me beneficia de cara al futuro y me perjudica con la actualidad.
Me explico. Como estuve ocho años, de 2009 a 2017, con Loopoesía muchos me identificaban como poeta, relegando otras creaciones. Ahora que escribo más prosa y dicen que tengo más visibilidad periodística, aunque antes también estaba en el ajo porque de otro modo no existirían los libros Matar en Barcelona (Alpha Decay) o Diario del Procés (Sílex), he pasado a ser otra cosa, como si ese pasado no hubiera existido, algo absurdo debido a la velocidad de nuestro siglo.
Me siento cómodo en todas las facetas. Con Loopoesía lo pasé en grande entre viajes y la apuesta por acercar los versos a la gente desde una vocación de quitar solemnidad a lo lírico.
La crítica literaria fue un aprendizaje practicado desde la libertad y ahora la transformé desde mi parcela en periodismo cultural de vocación europea.
Traductor sólo lo fui con Jean Cocteau y la edición de sus poesía en Salto de Página. Fue una necesidad por afinidad con el personaje. En este sentido lo de traductor ahora podría derivar en mi intento de colocar libros imprescindibles olvidados en el mundo editorial español, algo muy complicado porque, a diferencia de otros países, prima vender más que editar lo valioso.
En resumen, soy escritor y lo de agente cultural va de soi que dirían en francés, al menos para mi es un deber tomar posición y defender la idea del intelectual como peón libre con capacidad para poner en duda el pensamiento único imperante.
También eres investigador histórico. Rompiste con el mito de Enriqueta Martí.
Lo de Enriqueta Martí, la mal llamada vampira del Raval, tiene su miga. Siempre me interesó la historia criminal como mecanismo para entender la sociedad, y por eso empecé a escribir artículos sobre el tema en revistas, como Bcn Mes. De ahí, por una hermosa casualidad, llegué a Radio Barcelona, donde estuve un año recorriendo el crimen barcelonés antiguo y moderno. Tocamos el caso de Enriqueta y un día, pues nunca deja estar de moda, un documental de BTV usó una falsa entrevista como verdadera. Esa emisión activó un click y decidí saber qué había pasado en el lejano 1912.
Me sumergí en la hemeroteca, descubriendo que Enriqueta Martí fue un chivo expiatorio. Jamás mató, sólo secuestró a una niña.
Pese a lo bien que funciona mi ensayo sobre ella, Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí (Sílex), seguirán diciendo que fue una serial killer, pues una mujer de esas características vende en muchos sentidos y a las personas no les interesa la verdad.
En cambio, en El Teclado cambias de registro. Es una obra de teatro que invita a reflexionar, pero no deja de sorprender al lector por su humor inteligente, incluso irónico.
El teclado es quizá mi obra más desconocida. Surgió porque actué con Loopoesía en Roma y el director de la sala, Max Caprara, me animó a escribir una obra de teatro con tres personajes. De esa propuesta salió la concepción de un chico muy revolucionario que habla con una mujer supuestamente tonta mientras un pianista aparece y desaparece de la escena. En realidad, ojo que hay spoiler, el chico sólo repite las cantinelas que el poder desea, pues es necesaria la discordancia para mantener un simulacro de libertad. Seguramente es desconocida porque nunca se representó y la editorial donde la publiqué era muy minoritaria.
¿Es necesario el humor en la literatura?
Es necesario en cualquier ámbito, pero en literatura todavía más y es muy complicado lograrla.
Yo tiro mucho de ironía y dobles sentidos porque escribo desde la sinceridad y el credo de tratar al lector desde la inteligencia.
De todos modos no busco el humor, si sale debe hacerlo por su cuenta y riesgo, como si fuera un personaje que se independizara del autor.
La mentira que dice siempre la verdad ha sido traducida por ti- ¿Qué te resulta más satisfactorio: traducir o escribir?
Como decía antes lo de Cocteau fue fruto de muchas ganas de presentar las poesías de Cocteau en castellano y la alianza con Pablo Mazo, que además de ser un magnífico editor es un gran amigo. Fue un proceso muy complicado porque Cocteau escribió poesía de 1909 a 1962, por lo que debí seleccionar muy bien los textos, descartando alguno esencial como el Réquiem, pero a cambio, a medida que avanzaba en el proceso, fui sintiéndome más a gusto con la traducción, muy intuitiva y grata, sobre todo en el poema Léone, que considero una verdadera obra maestra.
La mentira que siempre dice la verdad es, como todo lo que escribo, una obra que vino para quedarse,
por eso cuando vi que al inicio su repercusión era escasa me decepcioné un poco, pero poco a poco apareció en los grandes medios y eso está muy bien, pero más importante es que se lea.
Acabas de publicar tu último libro Diari del Procés. No todo el mundo se atreve a hablar y opinar públicamente sobre la política.
Sí, hay una especie de miedo y percibo un viraje conservador en muchos escritores de mi generación, lo que me parece surrealista dado que aún somos casi jóvenes. Me gusta mucho la Historia y no paro de leer sobre temas políticos, por lo que si escribo sobre ello es porque creo poder decir algo con una base sólida, pues como decía Pla opinar puede hacerlo todo el mundo, pero no se trata de eso. Si escribo sobre el tema es porque siento una preocupación sobre el mismo y, como he dicho más arriba, considero normal tomar partido desde una postura que en este caso va radicalmente en contra de los dos bandos enfrentados.
No creo en maniqueísmos, son la parte fácil del guión al limitar el mundo a un blanco y negro inexistente.
Hay matices y la equidistancia es una falacia, es un término que los fanáticos han inventado para ningunear a los que intentamos ser portadores de cordura.
¿Cuál es tu libro que más mimos ha recibido?
En realidad no me quejo del trato recibido. Son años en el oficio, pero tampoco daré nunca un súper ventas, entre otras cosas porque concibo los libros como un todo, cada uno es la parte de una unidad que sólo se completará con el último. La mayoría de libros han recibido una buena acogida crítica pese a no ser un autor de capillitas, ir por libre no es precisamente fácil. Quizá el que más repercusión tuvo es Barcelona 1912: el caso Enriqueta Martí, aunque luego miro todo a lo lejos y la recepción de Loopoesía también fue espectacular por lo arriesgado de la propuesta. El diario del Procés también ha recibido sus elogios y ha figurado en cabeceras importantes, pero al ser un libro escrito desde lo racional y no desde la pasión quizá tuvo menos repercusión de la que debiera. Espero, y creo, que eso se solucionará con el paso del tiempo.
¿El traductor lo tiene más difícil que un escritor por tener que mantenerse fiel a al original?
El traductor debe adaptar un texto a otro lenguaje, por lo que tampoco creo aconsejable una fidelidad absoluta al original, pero de darse eso creo que sería más correcto hablar de adaptación.
También escribes un blog. Háblanos de él.
El blog es un archivo de mi trabajo. Tiene bastantes visitas, pero si lo mantengo es para tener ordenada toda la maleta de artículos, recitales, presentaciones y demases.
¿A qué escritor te hubiera gustado entrevistar?
En algún momento me plantee unir todos los diálogos interesantes en un libro, pero a nivel nacional me faltaban Marías, Cercas y Mendoza, que por determinados motivos nunca conseguí entrevistar. Ahora ese canon me da bastante igual, así que respondiendo a tu pregunta me decantaría por André Gide, a quien admiro muchísimo, aunque de entre los vivos sentiría mucho placer si se me permitiera transcurrir una tarde con Patrick Modiano.
¿Cómo han sido tus inicios en la televisión? ¿Hiciste algunos programas?
Estuve poco en la televisión, concretamente medio año en 2005 en un canal llamado Televisión Condal, donde me divertí mucho y tuve la suerte de conocer a Enrique Vila-Matas, a quien nunca pretendí imitar, es literalmente imposible, pero con el que tengo una amistad secreta y una admiración auténtica al compartir muchas afinidades también invisibles para la mayoría. No me apetece hacer televisión, disfruto mucho más con la radio, en la que ya llevo diez años, uno en radio Barcelona y nueve en RNE, que siento como mi casa y donde quien quiera puede escucharme en Wonderland, Mujeres Malditas, Todos Somos Sospechosos y, desde hace poco, en el 24 horas.
¿Hay alguna experiencia profesional que te quede en el tintero?
Eso es totalmente imprevisible. Me gustaría poder tener una columna estable en algún medio fuerte, pero tampoco es algo por lo que mate. Creo que se hace camino al andar, y al fin y al cabo siempre estoy paseando.
¿Qué te hace más feliz? ¿Qué te lean o que te escuchen?
Ambas cosas.
La radio es una droga y el micro rojo un chute poderosísimo. Escribir es un acto más íntimo, una descarga continua.
Son dos partes de mi ser, no sabría decirte cual me hace más feliz, pero quizá la escritura estaba antes y nunca se irá.
¿En que trabajas ahora y qué proyectos tienes?
En menos que nada, el seis de marzo, aparecerá Paràgrafs de Barcelona, un libro sobre Barcelona muy especial que publico en Àtic dels llibres. Me hace mucha ilusión volver a publicar en catalán tras más de una década sin hacerlo y ofrecer una visión diferente de mi ciudad. En otoño verá la luz Lo invisible, una nouvelle sobre un episodio cotidiano que tiene muchos entrelineados y me ha permitido experimentar mucho desde la ficción, un campo al que acudo poco porque sólo la escribo si me parece imprescindible hacerlo.
Por lo demás tengo muchos proyectos pendientes en la maleta, pero el próximo será un ensayo sobre los Nortes a partir de dos viajes que hice por Normandía y Trieste. Una vez lo termine tengo tres o cuatro conejos en la chistera mientras espero respuesta de un libro más corto. Puede que tenga la próxima década perfilada, pero es falso, porque la mente no para y a buen seguro surgen más hijos inesperados.
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