
Escribir reseñas sobre libros de autores consagrados, cuyas biografías se encuentran a un clic en google, es fácil. Como sencillo es hallar información sobre sus novelas y basarse en varias críticas para contrarrestarlas en las indagaciones. No tiene secreto. Lo difícil es no repetirse o dulcificar la dureza con la que abordaríamos alguna crítica. Pero con Algo se ha roto de Eugenia Kléber (Barcelona, 1960) no puedo si no que sumarme a los halagos recibidos.
El tema sobre el que gira esta novela no es novedoso (la relación materno-filial narrada desde dos puntos de vista). Ahí tenemos a Amy Tann, Isabel Allende, Inma Monsó, Khaled Hosseini y un largo sinfín de autores profundizando de una manera u otra en lo que para ellos supuso el amor o el desamor de la madre. Lo original de Kléber es su forma de abordar el sentimiento de frustración que dibujan tanto madre como hija. Expuestas en la paleta de los sentimientos, nos topamos con dos voces, ambas como muestras del dolor que sienten estas dos mujeres. El tiempo apremia y la urgencia también, es necesario expresarse antes de que sea demasiado tarde. La novela está escrita desde el desaliento y un impotencia desgarradora. Una congoja que traspasa al lector y le hace reflexionar. ¿Son nuestras relaciones familiares adecuadas?
Confieso que después de leerla, tuve la imperiosa necesidad de comunicarme con mi madre y con mi hija con mayor insistencia y a todas horas.
Irene, la hija, debe cuidar a su madre enferma y aprovecha los silencios para repasar su alocada juventud en la que se reconoce como una fugitiva. La hija huye de los fracasos de su madre, para no repetirlos. Sin éxito, porque sus relaciones son inquietantes y tóxicas, sin el amor que ella busca para redimirse no solo ella, sino también a su madre. La falta de comunicación entre todos se compensa con la hermosa prosa que poetiza cada frase. El placer se halla en las palabras y en sus significados más profundos.
Algo se ha roto ofrece en su escritura tanta singularidad, tanta belleza poética que invita a una segunda lectura para profundizar en los propios sentimientos que albergamos hacia nuestros familiares.
En su universo femenino, en esa lucha por llamar la atención y hacerse invisible a la vez, el lector percibe el fracaso y la impotencia como una experiencia en común y sufre y comparte el intento de madre e hija de acercarse por fin.
Es la primera novela de Eugenia Kléber y merecedora ganadora del IV Premio de Novela de Nuevos Narradores, otorgado por Tusquets Editores y la Escuela de Madrid.
Solo puedo recomendaros esta novela.
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